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Hemeroteca :: 01/04/2010
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Enrique de Vicente
Última actualización 22/03/2010@09:46:19 GMT+1
Enrique de Vicente

Los intentos reales de utilizar la parapsicología y el control mental por parte de los militares y de los servicios de inteligencia inspiran una reciente película donde se narra la existencia y desventuras de una unidad de guerreros psíquicos.

Por inconcebibles que estas tentativas resulten para muchas mentalidades cerradas, en opinión de otros la filosofía de la Inteligencia militar implica no desdeñar posibilidad alguna que nos permita obtener ventajas sobre nuestros enemigos.

Porque, si fuésemos capaces de desarrollar y controlar voluntariamente nuestras facultades Psi, teóricamente sería posible utilizarlas para una multitud de aplicaciones bélicas y propias del espionaje: conocer –al instante y a distancia– los más secretos planes de los adversarios, la localización y desplazamientos de éstos, de sus tropas y artefactos, especialmente de los invisibles submarinos y misiles; influir sobre la mente y comportamiento de sus tropas de élite y de sus líderes militares o políticos, e incluso matarles, provocándoles un derrame cerebral o un ataque cardíaco; alterar el funcionamiento de sus misiles, aeronaves, computadoras u otros sistemas ultrasensibles de armamento; y otras muchas posibilidades, algunas de las cuales se apuntan en varios informes elaborados por agencias de inteligencia norteamericanas a partir de los años setenta… Si todo esto resultaba muy importante cuando los norteamericanos se enfrentaban a gobiernos rivales, ahora que los nuevos enemigos no tienen identidad ni ubicación muy precisas, resulta crucial la posible utilización de tales medios, por lo que no es extraño que se haya recurrido nuevamente a los mismos en la lucha contra el terrorismo.

Los creyentes en estas potencialidades esgrimirán lo que hace 2.500 años escribió el general Sun Tzu, padre de la estrategia: “La suprema excelencia es derrotar a los enemigos sin tener que luchar con ellos”. En El arte de la guerra, éste alude a la importancia que tiene el control del Qi o Chi –esa energía que los chinos ven como motor de la vida y de los fenómenos paranormales– para lograr un estado de calma interior en medio del combate o para influir y debilitar la mente del adversario.

Los escépticos replicarán con las palabra de su moderno discípulo, Mao: “Hay que desorientar a los dirigentes enemigos, extraviarlos y, si es posible, hacerles perder la razón”. Y nos dirán que ese ha sido el principal objetivo de quienes han hecho circular rumores de avances paranormales, para hacer perder el tiempo a sus rivales.
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